María Asunción Sandoval, la primera abogada en México: pionera feminista que luchó contra el porfiriato

septiembre 21, 2024
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Ciudad de México.- Corrían los mediados del siglo XIX en la capital mexicana y el porfiriato había llegado al poder, siendo una niña, María Asunción Sandoval vivió con las restricciones propias de la época para las mujeres lo que conllevó el ejercicio de una doble rebelión para lograr su profesionalización.

Primero, en contra de la dictadura porfiriana y después, en contra del sistema patriarcal que intentó obstaculizar su paso para ejercer sus oficios. Bajo este escenario político y social, María Asunción Sandoval venció y se convirtió en la primera abogada de México.

Nacida un 27 de febrero de 1872, la abogada formó parte de la primera generación de mujeres en recibir educación media superior en la Escuela Nacional Preparatoria.

María Asunción Sandoval tenía apenas 15 años cuando ingresó a la institución y cuatro años después, concluyó sus estudios junto con otras poderosas mujeres como Matilde Montoya, que años después se convertiría en la primera médica de la Escuela de Medicina de la Ciudad de México.

Algo importante es que, lo que se sabe sobre María Asunción Sandoval es, de hecho, muy poco. La información existente sobre quién fue se ha obtenido a través de un arduo trabajo de recuperación de actas, por ejemplo, se sabe aproximadamente la edad que tenía cuando ejercía gracias a su acta de matrimonio donde se lee «Profesión: Abogado«.

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Más allá de esto, la vida de la primera abogada de México resulta en una incógnita y expone las vicisitudes en cómo la historia de nuestro país ha sido contada, pues mientras que se sabe del trabajo del primer abogado del país, que vivió 367 años antes que María Asunción Sandoval; don Juan Gutiérrez Altamirano, apodado el «Rey abogado» cuenta con un extenso registro de su trabajo en la Nueva España, la vida de la primera abogada concluyó en los años 70s cuando falleció en la capital mexicana sin un reconocimiento superior.

Por eso resulta fundamental el trabajo de revisión histórica feminista.

María Patricia Lara de Facultad de Derecho ha realizado un trabajo de investigación titulado Un acercamiento a la biografía de María Asunción Sandoval, con el objetivo de reconocer con más claridad la historia de la primera abogada de nuestro país, aunado a esto, se han recuperado pasajes muy concretos de su vida a través de los escritos de terceros o fuentes documentales.

Gracias a esto, ahora se sabe que fue una joven huérfana de madre cuando estudiaba la preparatoria y que ello tuvo que tomar las riendas de su hogar, junto a un padre «solo, triste y pobre», como data el texto de Dolores Correa en 1904.

“En un país de más de doce millones de almas de las cuales como siete millones son de mujeres, no hay más que una abogada”

La que es hoy Señora de Zarco y nos ofrece el rarísimo caso de ejercer su profesión de abogada sin dejar de llevar cumplidamente sus sagrados deberes de excelente hija y amante esposa» (Fragmento recuperado por María Patricia Lara de la Facultad de Derecho, escrito por Dolores Correa en 1904)

Quebrando el techo de cristal y desafiando al sistema

Pero, si María Asunción no provenía de una familia acomodada, ¿cómo ingresó a una carrera profesional? La realidad resulta sorprendente y es que, para esos años no había algún manifiesto que le prohibiera a las mujeres realizar sus estudios de preparatoria, sin embargo, el mismo sistema las retraía del ingreso a estas oportunidades y las limitaba a la esfera privada – doméstica.

Según refiere María Patricia Lara, esta generación de 14 mujeres que pasó por la Escuela Nacional Preparatoria se vieron atravesadas por escrutinio y dificultades.

Esta realidad no fue diferente para María Asunción quien se sostenía sola gracias a una pensión mensual y que requirió de un fuerte proceso de deconstrucción contra la misoginia de la época; debía resistir en las filas de la preparatoria a pesar de que a la sociedad porfiriana no le agradara la idea de que las mujeres recibieran clases de este tipo y no estuviesen casadas o dedicadas al trabajo del hogar.

María Asunción y sus compañeras recibieron clases de álgebra, geometría, historia, química, geografía, política, literatura, metafísica, trigonometría y taquigrafía, conocimientos que habían sido conferidos sólo a sus congéneres y que se convirtieron en bandera de disrupción; mujeres capaces de hablar griego, francés, resolver matemáticas avanzadas y química.

Pero esto fue sólo el primer muro que derribó María Asunción, vendría el siguiente: su carrera universitaria.

Una vez concluidos los estudios, las personas podían ingresar a instituciones superiores a través de exámenes de conocimientos. Así, por cuenta propia, se lanzó a la Escuela Nacional de Jurisprudencia donde la aceptaron y se convirtió en la primera mujer en recorrer esta casa de estudios que, por décadas, sólo fue ocupada por hombres con nombres de prestigio.

En «La mujer mexicana» Dolores Correa Zapata narra cómo, «la señorita Sandoval» realizaba el trabajo de cuidados con su padre que, tras la muerte de su esposa, quedó en total desolación, pero también, luchaba al interior de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, pues sus maestros se negaban a enseñarle derecho a una mujer; resultaba absurdo que una mujer supiera algo sobre leyes y también, una burla en contra de los catedráticos.

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Además, se enfrentó al acoso de sus compañeros que, según narra la maestra Dolores Correa Zapata, «se resistían a no ser díscolos» con ella. Con todo esto y ante la dificultad de conciliar su trabajo de cuidados, la universidad y sin un empleo remunerado, María Asunción Sandoval insistió de forma reiterada al gobierno de Porfirio Díaz para que se le entregara una manutención y así, logró que el Estado le entregara 25 pesos mensuales para continuar con sus estudios.

Así, tras pasar todas sus materias correspondientes, presentó su tesis titulada «Derechos del hombre como base de la Unidad de Legislación en el Derecho Civil» y tiempo después, se presentó a sustentar su examen profesional ante cinco sinodales.

«La solemnidad de este acto produce en mí sensaciones tan extrañas, que al paralizar mi inteligencia y conturbar mis sentidos, me embargan la voz impidiéndome expresar mis conceptos; y debo confesaros que esta situación penosa y angustiada en sí misma, he tenido que sufrirla cuantas veces he intentado tomar la pluma, para hacer el estudio de la proposición reglamentaria que estoy obligada a presentaros…» se lee en su tesis, recuperada de la Biblioteca Nacional UNAM, año 1898.

La manera en que se rescatan estos pasajes en la vida de la primera abogada demuestra el panorama de la época, pues tan sólo algunos periódicos como El Universal o El Imparcial retomaron este hecho, siempre destacando la «notable modestia» de la señorita Sandoval y su agradable presencia.

Según recupera María Patricia Lara, al salir de su examen profesional victoriosa, distinguidas damas y señoritas la esperaban en las puertas del salón para aplaudirle y celebrar con júbilo: Oficialmente, México tenía a su primera abogada mujer.

Las causas justas y la sororidad

El México prerrevolucionario era un espacio hostil para las mujeres y personas en situación de vulnerabilidad, pues mientras se construía el camino hacia el progreso y la urbanización, los derechos de las mujeres y comunidades indígenas se veían atravesados por la opresión.

Esto último, lo sostiene Carmen Ramos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Mujeres trabajadoras en el Porfiriato donde se aborda cómo las mujeres habían sido relegadas al trabajo como artesanas o al trabajo doméstico remunerado, sin embargo, esta revolución hacia lo contemporáneo también implicó que una nueva figura comenzara a ocupar la esfera pública: La mujer asalariada.

Las mujeres comenzaron a ocupar la fuerza obrera en las fábricas y esto produjo un choque para el patriarcado de la época, de hecho, en el texto de La Convención Obrera, se escribió que el hecho de que las mujeres estuvieran desempeñando estos trabajos asalariados hería el pudor de la virgen y de la mujer casada.

Por su parte, la prensa mexicana señalaba que, si la mujer quería recibir un salario, entonces, se dedicara al trabajo sexual; sólo había dos caminos para el sistema, ser ama de casa o bien, trabajar en las calles.

Aún con todos los cambios sociopolíticos y el yugo del sistema, las mujeres se aferraron a ocupar el mercado laboral como costureras, enrollando tabaco, siendo tipógrafas y por supuesto, abriéndose camino como profesionales. Todas ellas, constituyeron una revolución.

Bajo este paraguas, se encuentra María Asunción Sandoval, quien escapó de la división sexual del trabajo que estaba profundamente marcada en la época con las llamadas Escuelas de Oficios para Mujeres, donde se les enseñaba a las mujeres a aprender oficios femeninos como el bordado o la florería; trabajos que, aunque igualmente valiosos, perpetuaban la exclusión de las mujeres en otros quehaceres como la medicina, el derecho, la ingeniería, el comercio o la administración.

Con todo un sistema en contra, María Asunción Sandoval comenzó a ejercer su carrera como abogada y a partir de ahí se hizo conocida; su lema era muy sencillo y constaba de priorizar a las mujeres, los casos de violencia doméstica y defender a todas aquellas que acudieran a ella en busca de ayuda.

De hecho, según documenta María Patricia Lara, la abogada no recibía un salario exorbitante, pues muchas veces, defendió a sus clientas de forma gratuita. Prometía «arreglar toda clase de servicios relativas a su profesión» y trabajaba de 3 a 5 de la tarde en un despacho en el centro de la Ciudad de México.

Su primer caso resulta histórico y lo detalla la Cartilla Ética de la Secretaría de Educación, en su litigio defendió a una mujer acusada de homicidio; el caso resultaba complejo, pues la falta de perspectiva de género -que aún existe- en el proceso y la condena que atravesaba a la mujer parecía no dar tregua.

Sin embargo, según documentó El Imparcial, la abogada mostró la inocencia de la mujer y en ese litigio se llevó los aplausos por su brillantez e increíble capacidad de resolver los casos. Tanto que el Juez Primero Licenciado Osorno aplaudió su inteligencia en el ramo penal.

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La abogada también incursionó en la redacción y formó parte de una poderosa red de mujeres que luchaban por la emancipación a través de sus publicados en la revista La Mujer Mexicana, ahí coincidió con su excompañera, la doctora Matilde Montoya y por supuesto, la maestra Correa Zapata que lideraba la revista.

Ahí, se hacía un compilado de escritos realizados por mujeres, varios de divulgación científica, del rol de la mujer en la sociedad y sobre la exigencia de mejores salarios, oportunidades educativas, sufragio femenino, autonomía económica y derechos. La revista circulaba por todo el país y fue la primera revista mensual del siglo XX liderada y escrita por mujeres.

Asimismo, sobra decir que esta pieza fue la antesala para la creación de otras revistas como Violetas del Anáhuac o El Álbum de la Mujer que fueron refugio del movimiento feminista. La revista La Mujer Mexicana, también sentó las bases para la creación de La Sociedad Protectora de la Mujer, organización defensora de la mujer que vio la luz por primera vez en 1905.

No hay más información sobre el trabajo que desempeñó la abogada Sandoval y tampoco hay certeza precisa sobre su fecha de muerte, sin embargo, María Patricia Lara apunta a que existe la hipótesis de que fue muy activa políticamente en contra de la dictadura de Porfirio Díaz y que incursionó en el Partido Antirreeleccionista junto con sus compañeras de la Sociedad Protectora de la Mujer.

Sin más detalles sobre la mujer que rompió el techo de cristal de la abogacía en nuestro país, no queda más que nombrarla, recordarla y saber que la lucha por seguir ocupando espacios es imparable; María Asunción Sandoval Olaes vive en la memoria colectiva del movimiento feminista y su lucha antisistema, es fuente inagotable de inspiración.

CIMAC Noticias

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