El sanguinario “Mencho” y sus cómplices

marzo 18, 2025
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FOTOGRAFÍA: ESPECIAL

Por Álvaro Delgado Gómez

Vicente Fox liberó a Joaquín “El Chapo” Guzmán, líder del Cártel de Sinaloa, el 18 de enero de 2000, a mes y medio de haber tomado posesión como Presidente de México, y Felipe Calderón dejó libre a Nemesio “El Mencho” Oceguera, fundador del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), el 27 de agosto de 2012, a tres meses de dejar el cargo, ambos casos en Jalisco, que ha sido sede de cárteles y donde se instaló en horror. Y sí: También Andrés Manuel López Obrador soltó en Sinaloa a Ovidio “El Ratón” Guzmán, el 17 de octubre de 2019, a quien después recapturó y extraditó.

Estos tres acontecimientos y la fuga y reaprehensión de “El Chapo” Guzmán en el Gobierno de Enrique Peña Nieto, involucran un cuarto de siglo que los mexicanos somos testigos y víctimas del poder criminal ante la incompetencia, incapacidad, impotencia y complicidades de las instituciones del Estado, incluido el Poder Judicial, tras agotarse el modelo que administró el narcotráfico en la década de los ochenta y, en particular, con Carlos Salinas de Gortari.

Nadie debe ignorar que la descomposición social por la acción criminal ha corrido en paralelo al modelo de desarrollo neoliberal, instaurado por Miguel de la Madrid y Salinas poco antes del asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena, en 1985, hasta el fin del Gobierno de Peña Nieto, en 2018, un total de 35 años en los que el poder criminal se potenció por la creciente demanda de drogas, también, de Estados Unidos.

La violencia y el fenómeno de los desaparecidos, entonces, no se generó de manera espontánea, sino por una razón de mercado atroz: El negocio de fabricar y exportar el veneno que compran los adictos de Estados Unidos, que a su vez gana dinero abasteciendo de armas a los criminales, en un ciclo de negocio y muerte sin fin.

Sí: En todas las tragedias aflora la miseria moral y prolifera el oportunismo político que muy pronto la sociedad identifica y castiga, como ahora a raíz del caso de Teuchitlán, Jalisco, pero los desaparecidos, los reclutamientos forzosos y los homicidios que no cesan son una catástrofe humanitaria que ha rebasado a todas las instituciones del Estado.

Siempre es la hora de acabar con la impunidad que anima al crimen, pero hoy más que nunca la Presidenta Claudia Sheinbaum, como jefa del Estado mexicano, tiene la responsabilidad de ir a la raíz de esta lacra, no sólo contra los delincuentes que matan, desaparecen y atemorizan a los mexicanos, sino contra sus cómplices del propio poder público, incluidos los que han infiltrado a Morena.

El principal autor de la barbarie en Jalisco, el primer lugar nacional de desaparecidos y donde tuvo su sede el Cártel de Guadalajara de Rafael Caro Quintero, es “El Mencho” Oceguera, quien fundó el CJNG en 2011, exactamente cuando el Gobernador era Emilio González Márquez y quien se ostentaba como Presidente era Calderón, ambos del PAN, y cuyo secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, ya trabajaba para el Cártel de Sinaloa, que por ello está preso y sentenciado en Estados Unidos.

El CJNG nació del Cártel del Milenio, creado en por los hermanos Valencia en los noventa y protegidos por Ernesto Zedillo —como lo ha documentado el abogado César Gutiérrez, hijo del general Jesús Gutiérrez Rebollo—, y de jaliscienses del Cártel de Sinaloa tras el asesinato de Ignacio “El Nacho” Coronel, que al principio se hizo llamar “los matazetas”.

La noche del 27 de agosto de 2012, “El Mencho” fue capturado por la policía estatal de Jalisco a cargo de Carlos Nájera Gutiérrez de Velasco, en la calle Diagonal Golfo de Cortés y Toltecas, en el fraccionamiento Monraz de Guadalajara, lo que activó narcobloqueos en varios partes del estado, como medida de presión para liberar a su jefe.

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Y así fue: Conforme a información que en Jalisco se ha ido conociendo con los años y en publicaciones con la del diario El Universal en 2015 —que luego borró— “El Mencho” fue liberado por órdenes de González Márquez, en acuerdo entre Calderón, quien ha guardado silencio.

Se ha documentado en Jalisco que Emilio, un juramentado de la organización secreta El Yunque, tenía relaciones con personajes del CJNG. Uno de ellos es Sergio Kurt Schmidt Sandoval, alias “El Pistola”, quien fue detenido en 2016 por ser uno de los “objetivos prioritarios” del Gobierno de Peña.

“El Pistola” era viejo amigo de Emilio y la razón era delincuencial: En 1981, planeó y ejecutó junto con Jesús González Márquez, hermano del exgoberador, “el robo del siglo”, en Lagos de Moreno, donde logró un botín de 93 millones de pesos en el asalto al Banco Internacional.

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El sanguinario “El Mencho” fue creciendo desde Jalisco por todo el país, con tal poderío que el 1 de mayo del 2015, en un intento de captura, derribó un helicóptero de la Fuerza Aérea con un lanzacohetes, matando a 11 militares y dos policías federales.

Y en 2013, asesinó al secretario de Turismo, Jesús Gallegos Álvarez, y en 2014 al diputado local Gabriel Gómez Michel, pero no tocó a Nájera Gutiérrez de Velasco, secretario del Trabajo, rescatado por el gobernador priista Aristóteles Sandoval, él mismo ejecutado en Puerto Vallarta por el propio CJNG.

Enrique Alfaro, a su vez, jamás mencionó al CJNG y que él también tenía, como Emilio, relaciones con “El Pistola”: Cuando encabezó el ayuntamiento de Tlajomulco, según publicó Proceso-Jalisco, le pagaba una renta a Adriana Díaz Guzmán, la esposa de éste, por el edificio de la

Dirección de Seguridad Pública, y por arrendarle cinco máquinas pesadas. Y más: El hijo de Sergio Schmidt apareció en las nóminas de Guadalajara y Tlajomulco…

“El Mencho” creció como han crecido otros criminales: Con dinero, con terror y con la protección del Estado que, de una vez por todas, debe cesar en el Gobierno de Claudia Sheinbaum…

SinEmbargo

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